Marcha

Esa decisión de abandonar el nido tibio,
de cobija a cuadros y dos almohadas blandas,
tomar la maleta y olvidar entre todo un par de zapatos.

La conciencia se apura, es un radio mal sintonizado,
para ser capaz y atravesar la puerta.

Salta la piel bajo la camisa,
se aprietan los puños en la manija,
el aire ingresa lento y con furia hasta los pulmones.

Los precios son altos,
especialmente si se trata de dinero.
Convicción de no poder guardar hasta las hormigas,
más en la memoria que en el equipaje.

Dar un paso,
un pie persigue al otro.
La habitación queda vacía.
Manos que tiemblan.

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