Regreso
He vuelto al desvelo, al teclado con o difícil, al café
dulce y primero de todos a las cinco de la mañana, al rugir del bus y la moto
atravesando mi calle, a la luz blanquecina –mortecina– del techo que una vez
vio brotar el agua, al nido de arañas que ya son una familia grande, a los
tenis inalcanzables debajo de la cama, al titilar de mi celular con el internet
que pagué en vano, al viento de la ventana que me recuerda las madrugadas para
ir al colegio, a mi planta diminuta y muerta porque nadie la regó, al olor
extraño de la nevera vacía, a mí que vivo aquí y de pronto estoy, porque he vuelto,
solo un poco, y las maletas, dos y sin sobrepeso, siguen hechas detrás de mí,
con la tira de la aerolínea que dice mi nombre y mi supuesto destino.
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