Hemofílicos

Los hemofílicos me dan risa. No ellos, cada uno por separado, sino cuando alguien los menciona en plural: los hemofílicos. Se me pasan por la mente desangrándose a cada paso. Van chorreados por la vida y tienen trapos guardados en todos los bolsillos para cada vez tratar de detener sus hemorragias. No conozco a ninguno y lamento su sufrir, pero me es inevitable convertirlos en caricatura. Por eso cuando el Circular Coonatra pasa frente a la Liga de Hemofílicos, allá en la avenida Ferrocarril, empiezo a avergonzarme. La risa imparable y el dedo índice, desenfundado, señalando la valla de vivos rojos, me delatan ante los demás pasajeros. No sé si la misma liga quiere hacer mofa de sí misma al divulgar su letrero o colorearlo tan realmente como si se tratara de sangre destilada esta mañana.

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