"Al evangelista le faltó valor"

Diez años antes, había prometido cegarse en el curso de una reunión de la iglesia evangelista, y doscientas personas, tal vez más, habían acudido para presenciar cómo lo hacía. Llevaba una hora predicando, cada vez más exaltado, sobre la ceguera de Pablo, cuando se vio cegado por un relámpago Divino y, entonces, armado ya de coraje suficiente, hundió las manos en el cubo de cal muerta y se restregó la cara; pero no tuvo el valor de dejar que le penetrara en los ojos. Lo habían poseído todos los diablos necesarios para que llegara a hacerlo, pero en ese mismo instante desaparecieron, y él se vio allí de pie, tal como era. Se figuró que Jesús, El que los había expulsado, también se encontraba allí de pie y que le hacía señas, y entonces había huido de su carpa y desapareció en el callejón.

En: Sangre sabia, de Flannery O'Connor.

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