Sueño de china shipping
En China fabrican sueños. Sé que muchas otras cosas, y que
vienen por barco, en cajas gigantes de metal, todas iguales, pintadas de rojo o
de azul, sin que se sepa qué traen adentro: zapatos, ropa, cuchillas de
afeitar, espejitos para fiestas, silbatos de plástico, herrajes para
confección, tornillos y hasta piezas de reloj. Debe haber unas cajas de esas
que sin duda traen sueños, porque así es como llegan. Sueños. No sé de qué otra
forma llamarles a esas bolitas de colores, y transparentes a la vez, que al
golpearlas contra algo, el suelo, les brotan luces intermitentes, también de
colores.
Compré una a mil pesos, como los sueños baratos, y empecé a
usarla para pensar, o para no hacerlo. Tiene un pez morado por dentro, aunque
no creo que haya nacido ahí. Se le ven muchas estrellas, de esas pequeñitas,
algunas deformes, sin puntas, que brillan como la escarcha en un rostro recién lavado.
No las he contado. Hay, por supuesto, un mecanismo o artilugio moderno que hace
todo el trabajo, no la magia. Se le alcanzan a ver dos baterías redondas, de
reloj pero más grandes. Y de ahí sale las luces, o en singular. Es mejor ver
los detalles del pez morado, con los ojos dibujados y casi con sonrisa, como si
los peces de las bolitas de colores disfrutaran ser golpeados contra el suelo
para enceguecerse con los destellos intermitentes.
Y es magia, aun cuando no funcione o se le intuya voluntad,
porque acaba su efecto después de un minuto. Es efímera y logra que desaparezcan
los pensamientos, que en cambio me quede mirando la redondez, y las letras del
made in; que quiera lanzar de nuevo, no es un dado, para repetir el juego, que
algo de luz se refleje en mis ojos, aunque yo no vea, y de ahí surja una nueva
idea.
A veces vuelvo al contenedor de china shipping y veo mil
bolitas brillando, jugando también a encenderse con el vaivén del viaje. Al
llegar al puerto, se van aquietando y es como si alguna pidiera silencio, para
que no las noten. Ya sé, las bolitas no hablan, ni les importa nada. Por sí
solas no actúan, no les brota luz, no se dan cuenta si tienen pez morado u otra
fauna de plástico. Sus baterías son finitas y acaso también la magia, así venga
en un barco y por toneladas.
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