Mocoa: Preguntas para una avalancha

Por Margarita Isaza

La conversación fue más o menos la misma con tres habitantes de Mocoa que ocupaban entonces distintos cargos y posiciones sociales. Fue a finales de abril del 2013 cuando me encontraba haciendo una investigación sobre quiénes eran los actores sociales que intervenían en la situación minero-energética del departamento de Putumayo. En esa búsqueda, Mocoa importaba menos que Puerto Asís, Orito o Villagarzón, donde la minería del petróleo hace parte del primer renglón de la economía local.

Sin embargo, no había que dejar de lado otras minerías, como la del oro, la plata, el cobre y el molibdeno, entre otros elementos que para alguna industria resultan valiosos. El aprendizaje estaba en comprender cómo la economía, el medio ambiente, la vida social y la política se cruzaban en la disputa por un territorio que podía resultar rentable para unas pocas manos y acaso perjudicial para varias comunidades.

En ese camino de hablar con líderes sociales y comunitarios, funcionarios públicos, autoridades locales y habitantes de a pie, recuerdo como si hubiera sido ayer que tres personas de Mocoa me señalaron una montaña alta y verde, más bien cercana al municipio, y me advirtieron, cada uno a su modo, que allí se estaba cocinando una tragedia. Esa montaña tenía en la parte alta un amplio pelón café, que indicaba deslizamientos allá arriba y remoción de capa vegetal por alguna causa externa. 

Ellos me dijeron que la minera local, Mocoa Ventures, estaba trabajando allá arriba en una exploración de “cobre, plata y todo lo que encuentren”. Lo grave, resaltaban ellos, es que esa montaña y las demás vecinas eran -lo son- el escudo de protección del río Mocoa, y que si por la exploración y luego por la explotación la minera “tasajeaba” la montaña, eso iba a caer a las quebradas que llegan al río Mocoa, ese que ayer 1 de abril de 2017 se ensanchó lo inimaginable pero previsible y acabó con la vida de más de 250 personas, en una cuenta que a esta hora del domingo sigue aumentando.

Video de Noticias Uno, emitido el 1 de abril de 2017.

No voy a decir que el desastre de Mocoa ocurrió por culpa de Mocoa Ventures, una especie de filial de la multinacional B2Gold, pero sí me hago preguntas frente a la previsibilidad de la catástrofe y frente a sus dimensiones, si acaso las autoridades, que suelen mandar en estos territorios del sur desde una oficina en Bogotá, debieron atender las decenas de advertencias de entidades como Corpoamazonía, WWF y los consejos territoriales de planeación, que llenaron páginas de informes y planes locales avisando que la amenaza más latente de la zona urbana eran las avalanchas y el desborde de los ríos.

(Ver el artículo de Semana.com, "Estudios ya advertían que esto podía pasar en Mocoa", publicado el 1 de abril de 2017) 

Una reserva ¿sin reservas?

Las noticias del desastre me hicieron buscar en documentos guardados de aquella investigación del 2013. Encontré, por ejemplo, un mapa de ordenamiento del departamento de Putumayo, hecho en el 2008, en el que se ve como una gran mancha verde la reserva forestal que protege el nacimiento de ríos y quebradas como los que ayer al filo de la noche se desbordaron: Mocoa, Mulato y Sangoyaco. Ese mapa me deja con una pregunta quizás simple: ¿Por qué si la reserva existe, ocurrió el desastre? Se supondría que al existir la reserva, se cumplirían las normas de protección que implican no talar árboles, no “tasajear” la montaña, no explorar nada allí. Pero no sé, quizás eso solo confirma que en Colombia no hay quien haga cumplir las normas.

Mapa de ordenamiento de Mocoa - Corpoamazonía, 2008

También encontré un documento de agosto de 2009 llamado “Ordenamiento territorial – Expediente municipal Mocoa”, elaborado por Edgar Gustavo Torres Chamorro y el Equipo Técnico en Ordenamiento Territorial, en el cual a través de distintos mecanismos se evalúan las herramientas de planificación territorial y su sistema de seguimiento y evaluación. Este documento analiza el PBOT local y hace recomendaciones como: “Es urgente y esencial regular las áreas intervenidas en las áreas de ronda de los ríos, humedales, nacimientos de agua y en general todas aquellas zonas declaradas de conservación y protección de los recursos naturales”. También, dice que en el área urbana de Mocoa las amenazas latentes son: “las avalanchas torrenciales, los deslizamientos y las inundaciones”. Leo estas líneas como si se trataran de una premonición. Y en párrafos continuos el documento expresa que aunque sí hay “proyectos prioritarios de corto, mediano y largo plazo en el tema de amenazas y riesgos, […] no se definen recursos ni entidades responsables de su ejecución o fuentes de financiación”. Reitero que se trata de un texto del 2009 que analiza críticamente el PBOT, que es como el norte que deben seguir las entidades locales y regionales para conservar y planear el uso de sus territorios. Para aquel momento ya existían algunos de los barrios hoy afectados, los cuales nunca debieron construirse ni crecer como lo hicieron. Alguna autoridad también debió intervenir en este proceso urbanizador.




Extractos del documento que analiza y evalúa el PBOT de Mocoa.

En el archivo que tengo de datos sobre Putumayo aparecen también documentos como uno que caracteriza los distritos mineros y prospectos mineros del país, y donde se menciona a Mocoa como uno de estos últimos, con grandes yacimientos de plata, cobre y molibdeno. Este documento del 2003, elaborado por el consorcio de Silva Carreño y Asociados, dice que Mocoa es un prospecto de cobre y molibdeno con más de 164 mil millones de toneladas en reserva de estos materiales, y para ese momento dice que allí dentro del prospecto (que en el mapa abarca todo el municipio) no hay zonas de parques naturales o reservas, que lo que sí hay es resguardos indígenas constituidos –señala ocho-, que representan una restricción para la utilización de este prospecto minero.

Hoy, en 2017, el municipio de Mocoa está cobijado por dos sistemas importantes de protección: la Reserva Forestal Río Mocoa y el Parque Natural Serranía de los Churumbelos. Es decir, las montañas de la capital del Putumayo se supone que están blindadas contra la deforestación y el uso inadecuado de los recursos. Aunque esto, por supuesto, tenga su excepción en la construcción de la carretera San Francisco-Mocoa, un aporte significativo –y quizás devastador a su paso- a la gran vía que algún día comunicará a través de la Amazonia sudamericana los océanos Pacífico y Atlántico: el megaproyecto IIRSA, que no tendrá piedad con sistemas montañosos, piedemontes y llanuras. Preocupa, pues, que en nombre de la minería y el progreso, se sacrifiquen los naturales contenedores de la furia de los ríos, y con ellos se sacrifiquen barrios, poblaciones, vidas humanas.

¿Tiene algo que ver la minería?

Allí, en la capital de Putumayo, el consorcio Mocoa Ventures tiene varios títulos mineros en contrato de concesión: el FJT-142, para la explotación de “cobre, plata, zinc, oro, platino y molibdeno”, otorgado hasta el año 2037; el FJT-141, para los mismos materiales, hasta el 2036; el JAP-16141, para la explotación de “cobre, plata, oro, platino, plomo, zinc y molibdeno”, hasta el 2040; el FJT-132, para materiales similares, hasta el 2037. Estos títulos suman, en el documento de la Agencia Nacional de Minería, con fecha del 29 de abril del 2013, un total de 9.768 hectáreas. La zona de exploración y explotación en la que se interesa Mocoa Ventures está ubicada a 10 km al norte de la cabecera municipal, en las montañas donde nacen y corren las quebradas que tributan al río Mocoa. Y si la memoria no me falla, son las mismas montañas con su pelón café, que en la conversación me señalaron las personas entrevistadas en ese ya lejano abril de 2013.

Extracto del documento de B2Gold sobre el depósito minero de Mocoa. 

La tragedia que hoy enluta a Colombia, y que hace a muchos encontrar en el mapa al diminuto municipio de Mocoa (que es una de las 32 capitales de departamento que hay en el país), me hace reflexionar sobre muchas cosas, algunas inconexas, algunas que no entiendo, algunas que son pura intuición.

La lluvia es lluvia y es peligrosa siempre, pero ¿por qué esta avalancha arrastró tanta montaña, tanta piedra, tanto escombro? ¿Desde dónde venían todos esos materiales que acabaron con unos barrios construidos en la prohibición ambiental? (En las fotos parece que una montaña se regó completica). Si esos escombros venían de una zona de protección forestal, ¿esa zona estaba lo suficientemente protegida contra la deforestadora y “tasajeadora” mano del hombre o de la multinacional? Si en decenas de documentos expertos habían advertido el riesgo de avalanchas, deslizamientos e inundaciones, ¿por qué las autoridades locales, regionales y nacionales nunca atendieron a esas advertencias?

Así se ven en Gooble Earth Mocoa, sus montañas que protegen los ríos y los "pelones" por acción directa o indirecta del hombre y las multinacionales.  


Extracto del documento de análisis del PBOT, en una imagen de deslizamientos anteriores ocurridos en la zona. 

¿Por qué los gobernantes de departamentos como el Putumayo siguen mandando a control remoto desde Bogotá? ¿Por qué el Estado sigue llegando a estos departamentos en el avión de las 7 de la mañana y se sigue yendo en el de las 3 de la tarde? ¿Se pudo evitar la catástrofe, la muerte de más de 250 personas, el arrasamiento de barrios enteros? ¿Debemos dejarle la responsabilidad a la providencia o deben los gobernantes, los de ahora y los de antes, asumir, civil y judicialmente, que no ejecutaron recursos para proteger a la población? ¿Qué va a pasar con las empresas que siguen deforestando montañas a costa de la seguridad de poblaciones ribereñas, como Mocoa? ¿Cuál es el siguiente Mocoa? ¿A quién le importa, realmente?


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