Quiero aprender de memoria

Leonardo Favio es el único cantante al que he visto en concierto. Fui dos veces, dos años seguidos, a verlo en la Universidad de Medellín. Me preparé durante semanas, tarareando sus canciones, buscándolo en internet. Podría decir que desde un cibercafé lo encontré en wikipedia. Fui sola al recital: no conocía alguien de mi edad que quisiera acompañarme, sin parecer yo algo ridícula.

La primera vez, en el 2002, compré la boleta más barata, en luneta última fila, con carnet de estudiante. A la salida, me devolví a pie para la casa, porque no tenía plata para el taxi. Guardé la entrada muchos días en la billetera. Había cumplido un sueño que me parecía imposible: yo había nacido varias décadas después de la época más exitosa de Leonardo Favio. Luego vi varias de sus películas en Medellín y me encantaron. Crónica de un niño solo me apuñaló el alma. Pero no dejé de quererlo como cantante. Al año siguiente, repetí el concierto. Él ya no se podía levantar de la silla: caía el telón cuando alguien, una mujer joven y bonita, lo iba a ayudar a estar de pie. Lo volvía a ver ya levantado y agradeciendo los aplausos y las flores del público. No olvidaré su rostro.

Para mí, son dos LeonardoFavios, ninguno mejor que otro: el que canta y el que hace cine. Podría decir que él es uno de los motivos por los que yo estoy aquí en Argentina: ningún Cerati, ningún Calamaro. No soñaba con conocerlo o algo así, pero pensaba que aquí iba a encontrar lugares donde se escuchara su música y se vieran sus películas. Nunca encontré ese bar de música que me gusta. Si ese lugar existiera, allá sonarían Palito Ortega, Leo Dan y Sandro. También cantantes españoles e italianos de San Remo y Viñadelmar. Esos que oigo cuando estoy triste o cuando estoy feliz. Sus películas sí las he visto, a veces en ciclos de homenaje: El dependiente fue en el teatro Cervantes, en pantalla de videobeam y desde una silla rimax. Ningún ritual intelectual o de algún tipo de culto. Pero yo lo escucho y lo recuerdo. A veces no puedo llegar al final de algunas de sus canciones porque el corazón se me desgarra un poquito.

Buenos Aires, 5 de noviembre del 2012

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