Amanecer

La música suena como cuando estabas aquí. Antes quería olvidarla, decirme que sin vos no había música, no importaba.

Todo estaba oscuro. Te recordaba y la vida entraba en claroscuro. No era iluminada por completo porque tu ausencia era más grande, pesaba más.

Me martillaba la conciencia ver mi mano vacía, sin tu mano estrechándola. Recuerdo en ella tu tono de piel tan asombrosamente parecido al mío. Tu ausencia arrastraba todo hacia ese claroscuro.

Seguís ausente pero la oscuridad se disipa, se vuelve blanda. Rayos escasos aparecen de a poco.

Una canción de fondo hace aparecer los sueños antes olvidados, como esa música que no sonaba. Esos sueños que olvidé, fui olvidando, quise olvidar.

Otra vez nace el mundo para conocerlo, los paisajes que deparará la vida se postran frente a mí. Algún país antiguo y lejano llegará a la ventana y allí también te recordaré. Pero serás otro en mi memoria. Acaso un colibrí que se detenga a saludar las gotas de tinto derramadas en la mesa del jardín. Tal vez una voz que haga sonar esa misma canción lejana, de tiempos tan escasos, de días grises, de cuando estabas y yo creía que podía verte.

Regresarás como el sonido de un carro, como el olor de una fruta, y pensaré de nuevo en la sombra, en esa luz oculta que había tras tu silueta y yo no podía verla.

Necesité amarte para saber qué había después. Cuando tu locura fue la mía, nada me hizo tan feliz.

Hoy, al pie y lejos de tu recuerdo, abrazo sueños viejos. Con los míos abrazarás los tuyos.

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