Para honrar a mamá

Antes de montarme a un avión, rezo el Magnificat porque si no lo hago creo que se caerá. Tal vez la Virgen ayude a sostenerlo.

Antes de salir de la casa, me doy la bendición, porque si no lo hago creo que me irá mal. Tal vez las manos limpias, recién bañadas, son un antídoto para los dolores.

También encomiendo mi casa, porque si no lo hago creo que la saquearán. Aunque ya lo han hecho.

Así, con mil rituales religiosos comienzo cada día para sentirme segura, para quedar con la consciencia tranquila y dejar de lado la tonta idea de que cada vez puede ser la última vez. Y es que además, si no sigo estas instrucciones, lindas para la mañana, el resto del día se me confunde el espíritu y se me "va el ángel" quién sabe adónde.

¿Y qué? Pues nada, es solo una confesión... que si no la hago, no sé qué pasaría.

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